Irène Némirovsky, por Elisabeth Guille

"Siempre he disfrutado del privilegio de poder aislarme en un libro en medio de un gran escándalo y agitación."  

Irène Némirovsky.

El mundo de las biografías es apasionante, una temática escogida que alargaríamos hasta el infinito.

Me preguntaban, hace un tiempo, cuál es la mejor biografía. Posiblemente el interés y la intriga que nos suscite sean suficientes. Aunque, a veces, sucede que escogemos una al azar y nos sorprende en positivo. Luego, hay otros aspectos que contribuyen: la perspectiva desde la que se sitúa la autora o el autor, los acontecimientos que haya escogido para relatar, la prosa y, por último, hay un elemento que, añadido, contribuye: el material fotográfico. En ocasiones, leyendo biografías, acudimos a menudo a mirar esas fotos de momentos determinados, etapas, acudimos para poner cara a esos nombres que asoman entre línea y línea.

La vida de las mujeres que vamos leyendo nos van dejando un sentimiento de admiración a la vez que un regusto amargo. Y, sin embargo, es necesario conocer esas vidas, justamente por sus dificultades, por sus obstáculos -que pueden ser los nuestros-, por cómo llevaron a cabo sus sueños (o qué les impidió materializarlos), por sus inseguridades, sus certezas, su ansia de vivir. Porque son, en suma, un referente.

Irène con su marido, Michel Epstein,
en un viaje a Fontainebleau
[Fuente de la imagen].
Si en Camille Claudel descubrimos a una mujer de gran talento, temperamental, apasionada y una vida asfixiada por los convencionalismos; si en la biografía de Isadora Duncan descubrimos la iniciativa en estado puro, la consecución del sueño, la sensibilidad; si en Sofía Petrovna nos percatamos de la valentía de Lydia Chukovskaya y ese ascenso de la angustia en alas de la escritura como denuncia; en Irène Némirovsky descubrimos a una escritora de vocación desde muy temprana edad. Descubrimos a una joven intrépida, aventurera, apasionada,observadora perspicaz,  ávida lectora, mujer de gran inteligencia y sensibilidad.
"Si mis padres pusieron cara de desaliento al ver aquella decoración, yo no vi más que una cosa a mi llegada: la biblioteca, honorablemente bien provista. A ella debo uno de los grandes descubrimientos de mi joven existencia: El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, en una traducción rusa que me produjo una inolvidable impresión." (p. 132)
Accedemos a sus referentes literarios: Pushkin, Gógol, Tolstoi, Dostoyeski. Constatamos lo que ya sabíamos a través de su novela: la inexistente relación con su madre y el desprecio que esta ausencia generó en Némirovsky.
Con el ceño fruncido, nos miraba como si a duras penas nos reconociera y  nos despedía con un gesto de la mano que traducía toda su irritación. (p. 59)
En Mademoiselle Rose -la niñera francesa que se encargaba de lo esencial de su educación- encontraba el abrazo caluroso, el apoyo incondicional.  Y es justamente cuando ésta ha de marcharse, cuando se produce un momento muy emotivo descrito en la biografía que hoy nos ocupa. Es el contrapunto al desamor de la madre.
Mademoiselle Rose, apretada contra mí en su pellizca, con su aire triste bajo la toca, me comprendió, me oprimió la mano y la retuvo en la suya. (p. 80)
La autora, Elisabeth Gille, intercala el relato de su madre con breves recuerdos de cuando ella y su hermana, siendo niñas pequeñas, eran perseguidas por la policía francesa. A través de breves pinceladas, se advierte el miedo y los momentos difíciles que vivieron.

Esta biografía ha sido posible gracias al trabajo de recopilación  de su hija Elisabeth, con la ayuda de su hermana Denise Epstein.


Todas estas mujeres que hemos leído, las que nos quedan por leer -porque volveremos a las biografías, seguro- tienen algo en común: son mujeres de talento que se abren paso en un mundo de hombres y eso les acarrea no pocas consecuencias, porque el talento ansía abrirse paso siempre, el talento no entiende de sexos. Por lo tanto, estamos 'obligadas' a conocer su obra y su vida.

De nuestro particular Árbol de Palabras recogimos los siguientes frutos: dolor y alegría; placer; ingenua; curiosidad; una delicia; sensibilidad, inteligencia y talento; atónita; observadora.


    Fuente de la imagen. 
  • Elisabeth Gille (1937-1996) nació en París, hija de Michel Epstein e  Irène Némirovsky. 
En 1942, como sabemos, primero su madre y, luego, su padre, fueron deportados a Auschwitz, donde murieron, pero Guille y su hermana mayor, Denise, vivieron en la clandestinidad durante la guerra, sometidas a una implacable persecución por parte de la policía francesa. Llevaban con ellas una maleta que contenía -ellas no lo sabían entonces- manuscritos de su madre. Al finalizar la guerra, acudieron a su abuela materna quien, en su línea habitual, les dijo que si eran huérfanas se fueran a un orfanato.

Guille trabajó durante muchos años como editora, traductora -especialmente de ciencia ficción- y novelista. Tradujo, por ejemplo, a Kate Millet, Alison Lurie o Patricia Highsmith, entre otros/as 

Como novelista, publicó, en 1992 -tenía más de cincuenta años en ese momento-, en 1992, El Mirador (título con el que publicó esta biografía). Antes de su muerte, en 1994, publicó Le cabre sur la banqueta arrière (El cangrejo del asiento trasero), un examen mordaz e irónico de las respuestas de la gente a su batalla contra el cáncer -adaptado para la pantalla por el cineasta Jean Pierre Vergne-. Publica, asimismo, Un paisaje de cenizas, una novela breve que refleja su vida y la de su hermana en los años posteriores a la desaparición de su padre y de su madre.

Como editora, fue gerente literaria en Denoël, donde dirigió, desde 1976 hasta 1986, una prestigiosa colección de ciencia ficción. Posteriormente, ocupó el cargo de asistente de dirección y directora del Dpto. de Literatura en el Grupo Editorial Flammarion (uno de los diez mayores grupos literarios franceses). Nombrada directora literaria de las Ediciones Julliard. En mayo de 1992 realizó sus labores como jefa de las ediciones Shores, especializada en novela negra de calidad.


Irène N. con su hija Denise.

[Fuentes consultadas: nybooksguillaumedelaby; vídeos de Irene-Nemirovsky. Encuentran más fotografías aquí



Isabel Rojas Hernández.


Calidoscopio literario. Calidoscopio de emociones.

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